jueves, 26 de enero de 2012

Mi nombre es Rufus, de Juan Terranova, Interzona, 2008, Buenos Aires. 
El pornógrafo, de Juan Terranova, Gárgola, 2005, Buenos Aires. 
El caníbal, de Juan Terranova, Ediciones Deldragón, 2002, Buenos Aires. 



Dentro de las novelas

    Son tres de las cuatro primeras novelas de Terranova, sólo falta El Bailarín de Tango. Escritas entre 2002 y 2008. Al leerlas me ha sucedido algo bueno. Porque creo que cuando un lector se acostumbra a leer toda la obra, o casi toda, las cosas cambian. Es más fácil entender de qué viene la cosa. El hilo conductor de las primeras obras de Terranova, para mí, son las pequeñas historias. Contadas oralmente por sus personajes, reproducidas a través de noticias, extraídas de Internet, en una lista de apariciones religiosas o en otra de los asesinos seriales. Como sea. Después está el sexo, y sus variantes. Y después los medios masivos, incluido el mundo digital. También la amistad, dijo el autor en una entrevista reciente, y tiene razón, nunca faltan un par de amigos en sus textos.


    La ficción, que todo lo atrapa
    Sobre El caníbal

    Es el relato de los sucesivos encuentros entre un joven escritor de apellido Terranova y otro, Villegas, ya experimentado, que le dice que leerá su primera novela y lo contactará con algún editor.
    Más de la mitad de El caníbal consiste en charlas y discusiones entre ambos escritores, en los que generalmente Villegas le da a leer noticias, ya que sostiene que allí se encuentra la verdadera literatura de hoy en día. Así aparece la reproducción de una noticia sobre el hijo de un artista español que asesina a su madre, otra sobre un hombre al que encontraron muerto frente al televisor cinco años después de haber fallecido, una referida a un ermitaño que vivió diez años en una cueva, el asesinato de un hombre peruano al que mataron por errar un penal, la noticia de un asalto en Mar del Plata que termina con la muerte de una anciana bajo la mirada de su hermano sordomudo.
    Después hay otras, referidas a la televisión: un suicidio en vivo, la historia de un ciudadano israelí que ayudado por la BBC encuentra a su familia para después asesinar a sus hijos, un asesinato de un hombre norteamericano después de declarar en televisión su amor homosexual.
    Villegas luego desaparece y Terranova queda en contacto con un editor viejo: Marconi. A él entrega una obra que escribe rápidamente y la firma con el nombre de Villegas. La obra es publicada. La novia de Terranova le cuenta la novela antes de irse a España y está llena de las mismas historias de aquellas noticias.
     ¨Argentina se cae a pedazos¨, dice un funcionario del FMI en el diario, en otra noticia el politólogo francés Alain Touraine dice “Argentina es un país que no existe”. En medio de la crisis más profunda del país, sobrevive la literatura, en los diarios, en las revistas, en los libros, en las cartas, más allá de los géneros y las ideas. Como dice el personaje: “Subsiste en la obsesión de algunos con la forma de la ficción y en la conciencia de todos, para poder relacionarnos con el mundo, en la forma que el mecanismo mediático le imprima.”
    Toda una declaración, sobre los medios y sobre la literatura. En ese momento los diarios, las revistas y la televisión. Aún no estábamos conectados a Internet.
    La novela, diez años después, resiste una lectura y entretiene. No todos los textos los logran. Es el germen de una obra que comienza. Las historias sobreviven. 


    Los secretos del mundo
    Sobre El pornógrafo

    Es la segunda novela de Terranova. Es un texto extraño. Casi exclusivamente construido con diálogos de Chat entre dos amigos. Aquí tampoco hay una historia, las historias aparecen a través de las voces de Mirko, un ginecólogo que cumple guardia en horario nocturno, y Nemo, un fotógrafo de diario que también hace guardia por la noche. En sus horas de desvelo, conversan.
    Así, se cuenta la historia de sus parejas: Cecilia, una enfermera que Nemo conoció por Internet, y de Vera, una joven que Mirko conoció en una fiesta. También, y acaso la más importante, la historia del pornotraficante Mauricio, novio de Samanta, la prima de Vera.
    Además se cuenta una excursión de Nemo a un galpón del gran Buenos Aires, donde se hacen peleas de “vale todo”, fotos de un futbolista que se suicida, una noche en un hotel alojamiento donde miran a través de la cerradura de una puerta. Luego, historias sobre el registro de dominios de Internet, un viaje a Paraguay a comprar pornografía, detalles sobre clientes excéntricos en cuanto a gustos sexuales.
    Nemo deja su trabajo para dedicarse exclusivamente a los pedidos que Mauricio le hace, y Vera deja a Mirko. Todo parece desintegrarse, pero finalmente nos encontramos con buen final. Al igual que en El Caníbal, los dos amigos concluyen escribiéndose una carta, en este caso un mail, donde recomponen su relación, y explican cómo han encaminado sus vidas.
    Es una novela de lectura ágil y atrapante. Sin darnos cuenta, estamos en medio de una charla nocturna y secreta entre dos jóvenes que descubren un personaje que pertenece a un mundo oculto, el de la pornografía. Hay un poco de amor y abandono, también de amistad. 


    Los sonidos de Birmania
    Sobre Mi nombre es Rufus

    Tiene este libro características que lo podrían ubicar en una serie con los otros dos: un texto fragmentario, la ausencia de una historia rigiendo la novela, la inclusión de textos provenientes de otros registros (mucha letra de canciones en este caso), la casi ausencia total de una historia amorosa, la presencia de relaciones de amistad entre hombres.
    Y lo principal, un rosario de pequeñas historias con la que se va armando la novela, en Mi nombre es Rufus, referidas a cada uno de los integrantres del grupo punk Birmania. Javi, el cantante y escritor de las letras, que terminará perdido por las drogas, o en el Bolsón, o en el extranjero. Kike, el bajista, que fue el primero en abandonar el grupo. El Mono, que tocaba la batería. Y el narrador, guitarrista del grupo, nacido en 1970.
    El secreto es el narrador. Aunque se podría decir que siempre lo es. Aquí cuenta desde un lugar algo marginal, y lúcido. Hay una similitud con otros textos de Terranova. Quiero decir que bien podría haber elegido la voz del cantante y líder, pero en cambio, elige un observador, casi neutral y muy analítico. Un narrador que intenta comprender las cosas, desde un lado y desde el otro. Me recordó al cronista de La Virgen del Cerro y al de El diario de Alcalá, pero también un poco los narradores de la ficción, a los que no les suceden muchas cosas, y desde esa situación casi pasiva, con los ojos bien abiertos, pueden contar.
    Lo que se narra en esta novela es “la curva del punk”. Desde el inicio en el que dos adolescentes del industrial se juntan con sus instrumentos por primera vez, pasando por el momento en el que logran cierto éxito, después de tocar y tocar, y de grabar y de hacer giras por el interior, hasta el final y la decadencia, claro. “Seguimos vivos y sufrimos la energía centrífuga de la curva del punk. Esa curva que te saca del camino y te pone literalmente en otra parte”. Es un pequeño conflicto, cuando todo aquello termina y los protagonistas se encuentran con hijos, comprando un departamento, en el supermercado eligiendo pañales. 
    Un libro bien de ciudad, del Buenos Aires de fines de los ochenta y los noventa. Un libro referido obviamente a la música, con infinitas referencias a lo que sucedió y se dijo en ese mundo. Pero aunque el tema lo define, y lo diferencia, como en todos sus libros, el autor trata de indagar, de alcanzar ese fondo de las cosas que trasciende el tema. Y lo logra, cuando terminamos de leer sabemos que el libro no sólo se trataba de música.

domingo, 15 de enero de 2012

Diario de Alcalá, de Juan Terranova, Pánico el Pánico, 2010, Buenos Aires.
La Virgen del Cerro, de Juan Terranova, DeBolsillo, Editorial Sudamericana, 2007, Buenos Aires.
Pornopunk, de Juan Terranova, Paradoxia libros, 2011, Buenos Aires.



Fuera de las novelas

    Elegí estos textos para comenzar a leer la obra de Juan Terranova. Yo tenía Lejos de Berlín. Y no compraba otras novelas porque estaban un poco caras o porque no las conseguía, pero lo fui haciendo de a poco y ahora tengo cinco en total. Así que me decidí por los textos que no eran novelas, a manera de introducción. Fue una sorpresa, encontré una mirada atenta, mucho compromiso con los temas, algo de humor. Y en los cuentos, una muestra de su ficción.
    Quiero marcar un detalle que me parece está en todos estos textos. Es cierto afán enciclopedista que encontré en los libros, incluso en el de ficción. Apostaría que escribe con la pestaña de Wikipedia siempre abierta. Pensé en Terranova como un peregrino de la web. Un recurso algo borgeano, pero sin el acartonamiento de la Enciclopedia Británica, con el que muchas veces logra hacer de sus textos una recorrida por el mundo y sus cuestiones.


Notas de un invitado
Sobre el Diario de Alcalá
    Es un libro maravillo este pequeño conjunto de anotaciones sobre la estadía de Terranova en España. Fue en 2009. Las noticias sobre el desempleo ya comenzaban a tomar los diarios. Una universidad invita a varios escritores latinoamericanos a una especie de residencia que incluye el momento en que se entrega el premio Cervantes. Aparecen los Reyes, escritores reconocidos, agentes, editores, empleados de entes culturales, profesores, escritores. Excursiones a museos, paseos en metro. Miles de conversaciones, tapas de por medio.
    En ese contexto, un extraño y genuino narrador nos muestra lo profundo de su pensamiento. Hay momentos de extrema lucidez, como cuando cita un comentario de Flaubert sobre Hugo, que había terminado un libro: “El viejo león todavía sabe odiar”. O cuando va con otro escritor a Puerta de Hierro y conversan sobre el Peronismo. También cuando comparten una charla con un diplomático de la Agencia de Cooperación Internacional para el desarrollo, referida a los países centrales, Latinoamérica y la cultura.
    Entretenido, sincero y profundo. Gracioso por momentos. Muy recomendable.


Un cetón moderno
Sobre La Virgen del Cerrro, María Livia y el milagro de la fe.
    “Un cetón es una obra literaria que se compone utilizando versos o fragmentos extraídos de una o más obras anteriores.”, cuenta Terranova en el Epílogo. Y es también, dice, la historia de dos peregrinaciones a Salta, para presenciar “las actividades que se realizan alrededor de la Virgen del Cerro”.
    Para quienes no conocen la historia, se trata básicamente de una mujer salteña que ha presenciado a la Virgen María. Se llama María Livia Galliano de Obeid, y desde 1990 recibe estos mensajes, que debe trasmitir a los peregrinos. También recibió la orden de levantar un santuario en el cerro. Es allí a donde acuden cada sábado los creyentes cristianos, a lo que llaman la Oración de Intercesión, una bendición que, a través de María Livia, los hace caer al suelo, y en muchos casos parece curarlos.
    Las apariciones se hicieron muy conocidas, y un grupo de laicos comenzó a organizar las excursiones y los encuentros en el Cerro. Se ha convertido en el centro de peregrinación de personas de todas las provincias, e incluso de países vecinos.
    Esos son los hechos. El libro es otra cosa. El libro es extraordinario.
    Lo primero que llama la atención es que el autor logra mantener un tono neutro, lejos del prejuicio que, yo creo, cualquiera tendría a la hora de enfrentarse a escribir un texto como éste. Ese tono convence al lector de que se encuentra ante un desafío, el de analizar en profundidad la fe, la vida de los hombres y sus creencias, la capacidad del intelecto.
    Me encontré con un análisis profundo desde adentro de la peregrinación, y más profundo y amplio aún de los hechos que rodean y conforman la Iglesia Católica. Recuerdo ahora la descripción de los viajes, del Convento de las Carmelitas Descalzas, del museo donde están unas momias precolombinas, las ceremonias en el Cerro. Y después el amplio resumen de las apariciones de la Virgen a lo largo del mundo, las cartas y declaraciones de los expertos en apariciones y exorcismos, y también las referidas a cuestiones de doctrina y al caso específico de María Livia.
    Por último, una referencia al origen de los textos, casi todos extraídos de Internet, como el mismo autor lo explica sobre el final del libro. Nada más para decir que ahora el desafío para los autores no es tanto la investigación como sí el oficio y el talento.
    Un libro sorprendente. Terranova nos lleva por el camino de la fe y sus cuestiones, por su historia, por su literatura; aunque los lectores, como en mi caso, no participemos de la religión, y comencemos abriendo el libro con una mueca de escepticismo. Logra, después de horas de entretenida lectura, que lo cerremos pensando que hay cosas nuevas sobre las cuales reflexionar.
    No sucede con muchos textos, sean del género que sean, traten del tema que traten.


Cuatro cuentos
Sobre Pornopunk
    Es un libro pequeño, de la colección de literatura erótica. En una prosa con buen ritmo, ágil pero cargada de datos y referencias a situaciones similares a los temas principales de los cuentos. Y con bastante sexo. Todos los cuentos en primera persona, aunque en el primero y en el último el narrador no es el protagonista.
    Pornopunk, sobre un adicto a Internet y sus experiencias sexuales con una mujer que conoce a través de la web. Hablame de lagartos, sobre la breve relación de una artista y el narrador. Me das miedo, Lucía; sobre el masoquismo en una relación entre dos jóvenes. Y Siempre tendremos Lisboa, sobre un italiano con una novia celópata.
    Y son cuentos nuevos, de hace meses. Se nota. Por los temas, por el contexto. Literatura de hoy, los temas de siempre. Un buen libro para introducirse en la ficción de Terranova.

viernes, 13 de enero de 2012



Los años felices, de Sebastián Robles, Pánico el Pánico, 2011, Buenos Aires.



Un buen día

   Me resultó muy difícil decidirme a escribir esta reseña.
   Yo no conozco mucha gente del ambiente literario. Pero tuve la suerte de estar el día que Sebastián Robles había recibido el primer ejemplar impreso de su novela. Los que estábamos allí lo aplaudimos. Me hizo acordar a los casamientos. Yo no sabía que se aplaudía en los casamientos, y cuando se casó la hermana de mi mujer los aplausos me resultaron una sorpresa. Y me alegré. Dicen que los argentinos aplauden cuando aterrizan los aviones. En mi pueblo, en las casas donde no hay timbre, y en el campo, se aplaude para anunciarse. Y ahora pienso que cuando se baila folclore también se aplaude. Será que viene de ahí.
   El asunto es que lo aplaudimos a Robles. Fue un momento mágico, un día bueno. Con mucho significado, porque todos lo que aplaudíamos éramos aspirantes a escritores. Y ser escritor quiere decir poder publicar, encontrar lectores. Robles estaba contento. Todos estábamos así.
   Anunciación, alegría, llegar a un destino, asumir un compromiso. Todo eso significa publicar un primer libro. Todos son motivos más que suficientes para leer un libro de un autor joven. Porque pienso que en el fondo qué importa si al crítico le pareció un libro bueno o malo. Ya que al fin y al cabo no es más que otra opinión. Y la opinión va de la mano de los gustos personales, de las historias personales, de las capacidades, de los miedos, de tantas cosas.
   Digo todo esto porque a una amiga le dije que no iba a escribir sobre Los años felices porque no quería ser descortés. Lo dicho, no soy amigo de Sebastián Robles, lo he visto apenas un par de veces. Pero no es lo mismo hablar de un desconocido que de alguien que sabemos quién es, y sobre todo de quien todos dicen que es un buen tipo, y un buen escritor.
   Entonces ahí está el dilema. ¿Nunca hacer críticas malas? ¿Sólo reseñar cuando hay algo bueno para decir? ¿Hacer la reseña y disimular?
   Este asunto ya dice más sobre mí que sobre el libro de Robles. Ah, porque ese es el otro asunto, parece que todo fuera personal cuando se habla de un libro, casi como si se hablara del autor o de su hijo, y no del texto. En otra oportunidad ya lo dije, vamos a ver cuando me toque a mí, cómo me cae la crítica. Porque en la teoría está todo claro, pero en la práctica, se verá.
   No hace mucho leí una reseña de Patricio Pron, un escritor que me gusta mucho cómo analiza a otros autores. En esa reseña era muy cruel con el libro Ejércitos enemigos, de Alberto Olmos, que es el autor de un blog que también sigo y me gusta, El lector Mal-herido Inc. Allí Pron le decía, entre otras cosas, que era muy fácil criticar y no tan fácil escribir. Lo estaba esperando atrás de la puerta, como se dice en mi pueblo. Con mucha mala fe, creo.
   Cuento esto porque hay dos cosas sobre las que quiero decir algo. La primera que si la crítica es negativa, pero bien intencionada, entiendo que puede atraer lectores, ya que todos pensamos distinto y los lectores lo saben. Eso me sucedió con el libro de Olmos, por ejemplo. Además puede resultarle interesante al autor, como otro punto de vista. Y también decir que quienes reseñamos libros estamos condenados si no podemos opinar por escribir peor que algunos autores. Quién podría entonces escribir sobre Shakespeare, por ejemplo.

El libro: Estado de situación, los 90’.

  Lo primero, es un libro hermoso, muy cuidada la edición, desde la tapa y su imagen, hasta el papel y la contratapa. Es una novela que parece extensa, casi 235 páginas, pero que se lee muy rápido, porque está dividida en capítulos cortos, y hay páginas en blanco cuando cambia de capítulo. Son textos que, como el autor explica, fueron parte de un blog.
   Me preguntó cómo influirá en la ficción la escritura pensada para Internet. ¿Habrá alguna relación? ¿Modificará los textos? ¿La opinión constante de los lectores incidirá en los textos en proceso? ¿Será una nueva forma de escritura, y de escritor, alejado de esa tradicional imagen de genio literario en soledad?
   Son nuevos interrogantes que se plantean, no sólo de los nuevos hábitos de lectura, también de la escritura. Aunque de todas formas, al final, están los textos.
   En la novela se cuenta la historia de Eric, un adolescente del conurbano bonaerense que está terminado el colegio. La relación con sus amigos, Diego y Hernán, y sus historias. Éstas incluyen sus noviazgos, sus salidas nocturnas, y en el capítulo segundo, sus vacaciones en Pinamar. Al final, el primer año de ingreso a la facultad. Digamos que la etapa en la que el protagonista y sus amigos comienzan a tomar decisiones sobre sus vidas.
   Tiene un registro casi de crónica urbana. Con el claro objetivo, entre otros, de representar una época, los noventa. Aparecen los recitales en Cemento, toda la música, las películas, los capítulos de los Simpsons como fábulas que explican cuestiones de la vida, los remises y los maxiquioscos, Menem, la filmación de Caballos Salvajes.
   Está escrita, como dije, en capítulos cortos, y con mucho diálogo. Allí reside, creo, la dificultad. Son como textos cerrados en sí mismos, que cuentan una pequeña historia y hacen hincapié en algún detalle y terminan, para pasar al próximo. Esto le quita unidad al texto, sumado a que la historia es muy sencilla, por momento parece que leemos textos independientes, y no una novela. Los personajes no alcanzan complejidad. La historia no tiene un motor claro. Es como si se describiera un estado de situación, y no se contara una historia.
   Además creo que su estructura tiene un defecto, la novela va ascendiendo hasta la mitad, más o menos, en la búsqueda de Vero, la novia de Eric; y luego decae, cuando vuelven a la ciudad. Después se pone otra vez interesante, y queda casi en la nada hacia el final.
   Una novela con muchos atractivos. Y creo que con algunos defectos.
   Mis críticas se diluyen si vemos el texto no como una novela, sino como una crónica con algo de ficción. (Como toda crónica, pienso.)
   Tanto escándalo y al final no era tan grave. Las he escrito peores, y sin poner una sola excusa. Ahora me da un poco de vergüenza haber dicho tanta cosa al principio.

domingo, 8 de enero de 2012

Bilbao-New York-Bilbao, de Kirmen Uribe, Seix Barral, 2009, Barcelona.




Diario de los viejos pesqueros vascos

   Kirmen Uribe es un escritor Vasco, tiene un libro de poesía titulado Mientras tanto dame la mano, de 2001, que fue Premio Nacional de la Crítica. Se dedica a trabajar la poesía con otras disciplinas, es traductor, y escribe para The New Yorker. Esta novela es la primera que escribe y con ella obtuvo en España el Premio Nacional de Narrativa 2009.
   Es un texto que tiene todo lo que a mí no me gusta, y sin embargo no pude dejar de leerlo por un minuto y terminarlo de un día para otro. ¿Cuáles son esas cosas que no me gustan? Lo más importante, que el protagonista es un escritor llamado Kirmen Uribe, y todo lo que se cuenta es sobre su familia, y la historia de ellos y sus amigos en el pueblo pesquero de Ondarroa. Se narra también sobre la vida del escritor, congresos, viajes. No hay una historia. Y se lo hace con textos cortos, casi nunca literarios.
   Entonces, lo dicho. Así y todo, se trata de un libro muy bueno.
   ¿Cómo es posible?
   Lo primero que no es una novela, es un diario, el diario de una investigación de la historia familiar y sus alrededores. Una crónica gigante escrita por quien conoce el oficio de las palabras.
   Y además creo que hay un tema de honestidad y sentimiento.
   También de saber apreciar los detalles y buscar el momento en el que todo empezó, el origen de las cosas, como un diccionario de la vida. Entender a qué se refieren no sólo las palabras en el hecho de nombrar, sino las tradiciones, los gestos, los sentimientos, las maneras de ser de los familiares.
   Cuando Kirmen indaga sobre su familia el lector cree que va descubriendo la verdad con él. Y esos relatos orales son un punto fuerte, llenos de emoción, de historia de vida. La vida de un pescador no es una pavada, siempre hay pobreza, miedo, muerte, ausencia. Y el mar. Heroísmo. Aventuras. Y fueron pescadores su padre su abuelo. Sus tíos. Y mujeres de pescadores las de su familia. Es lo mejor.
   Después están los textos sobre Kirmen como escritor, pero sin soberbia, casi todos con el ojo puesto en historias que cuentan otros escritores. Poetas contando historias.
   Y después, a lo largo de todo el texto (me cuesta llamarlo novela), la historia de dos amigos, Bastida y Arteta, un arquitecto y un pintor, de quienes también se reconstruye su historia. Y se habla de sus obras.
   De los textos que se transcriben, quiero hacer una lista. Hay poesías, canciones, una sinopsis de una película, entrevistas, mails, resultados de búsquedas en google, partes de un diccionario de pescadores vizcaínos, un referencia a una anécdota que se cuenta en el libro Historia de Herodoto del siglo v a.C, cartas personales de Bastida a Arteta del año 1929, mensajes de facebooks, el relato de una compañera circunstancial de avión sobre un barco que llevaba esclavos a Estados Unidos, una historia de un libro de Italo Calvino, y hasta la reproducción del mural de Arteta “En la romería I” del año 1917-1918.
   Y a pesar de todo, no molesta para nada semejante conjunción de textos tan diversos. Es que tiene que ver con lo que decía antes, con la honestidad de la búsqueda y con los detalles. Hay algunos muy lindos. Que el euskera parece el mapa de un tesoro. Dos señas hechas con las manos, que ya casi nadie conoce. Dos niñas hablando ese idioma a punto de perderse mientras cazan mariposas. Una anécdota sobre la guerra de Malvinas y el idioma en las trincheras. La historia de un buzo vasco. Sobre cómo entierran los muertos en Käsmu, un pueblito de Estonia.
   En fin, recomiendo con énfasis este libro. Le va a gustar a mucha gente, y también a los poetas. Es la mirada de un poeta. Una mirada atenta al mundo que nos toca, que busca en las cosas simples, que busca en el origen, y que encuentra.

martes, 3 de enero de 2012

Los mantenidos, de Walter Lezcano, Editorial Funesiana, 2011, Buenos Aires.


El gran Buenos Aires sur 

   Lo primero que quiero decir es que he leído dos libros de esta editorial y ambos me parecieron muy buenos, uno de poesía de Lamberti, y esta novela de Lezcano. Y los dos tienen ese no sé qué de editorial artesanal. En los tiempos que parecen aproximarse, del libro digital, uno cosido a mano, entelado, numerado, con una cinta como marcador, es una delicadeza a la que todo lector debería aspirar.
   Se trata de una novela que inaugura una colección titulada El futón de Alfio Basile, a cargo de Lucas Oliveira, entiendo que contendrá textos más largos, creo que novelas.
   El texto está dividido en tres partes, dos más extensas, la primera y la segunda, y una muy breve con la que se cierra el libro.
   En Soledad, las primeras 73 páginas, Sebastián Ledesma, narrador y protagonista, cuenta su vida desde el momento en que decide dejar la casa en la que vive con su madre. Ella se enamora de Mauricio y lo invita a su hogar. Sebastián consigue una casilla en el patio de un amigo, y trabaja, al principio, de albañil, y luego de repartidor de diario. No hay casi conflicto más allá de un pelea en la que su amigo, drogadicto, sale muy lastimado con consecuencias mentales; y el extraño incidente del que no se dan muchos detalles acerca de la sospecha de que su patrón es un violador serial.
   La primera parte culmina cuando Sebastián descubre el mundo de los libros y la posibilidad de reiniciar su vida estudiando la carrera de Profesorado de Lengua y Literatura. Se presenta y aprueba el examen de ingreso.
   En Multitud, de 63 páginas, Sebastián ya no es el narrador. En tercera persona se cuenta la vida de los alumnos de un curso de séptimo de una escuela de barrio. La ausencia de profesor de Lengua lleva a Sebastián a encontrarse con ellos. Entre los alumnos hay una hija de un desempleado que se pasa los días mirando páginas pornográficas y que antes iba a una escuela privada, dos hermanos que tienen un hermano mayor preso en Batán y van a la escuela porque no quieren terminar siendo delincuentes, una madre que trabaja limpiando casas y sospecha que su hijo se dedica a robar. En ese contexto Sebastián Ledesma intenta captar la atención de sus alumnos pero un acontecimiento desafortunado lo hace fracasar y la autoridad del colegio no le renueva la licencia.
   Un párrafo aparte para la situación amorosa del protagonista. En la primera parte se lo muestra llena de timidez para acercarse a las mujeres, y en la segunda dejando atrás una relación en la que llegó a convivir con una mujer. No hay historias de amor, y cuando aparece es sólo un recuerdo.
   En la tercera parte, Compañía, se cuentan cuatro breves pasajes en la vida de cuatro de los personajes. Una alumna que queda embarazada y su amiga y su hermano la ayudan. Otra alumna, la que asistía al colegio privado, encuentra en un tercer colegio la música que le gusta. El hijo de la empleada doméstica, recibe la noticia de que sus amigos se han vengado contra el policía que de un balazo le sacó un ojo. Sebastián Ledesma, a la muerte del marido de su madre, recupera la casa que reclamaba como propia. Tristes compañías, de una realidad triste.
    Lo que menos me gustó es que no haya una historia bien definida, sino más bien una descripción de la situación. Por eso, cuando aparecen algunos sucesos, como lector me quedo con ganas de más. Porque aunque hay veces que está bien trabajar con lo que no se dice, no está bien como regla. Hay al menos tres eventos de los que querría haber sabido más. Sobre el asesino de ancianas, sobre cómo se hizo de novio Sebastián si no podía ni hablar con las mujeres, sobre el asalto en el que Fito perdió un ojo Cuando narra hechos así, como la paliza a su amigo y su internación, el texto crece mucho. Será que soy de pensar que la literatura tiene algo que ver con lo excepcional. Pero, claro, quizás sea una apreciación personal.
   También me molestó un poco el final, esa necesidad de darle un cierre, la tercera parte suena a agregada, no parecía tan necesaria teniendo en cuenta que se trata de una novela que describe más que nada. Esas cuatro historias bien podrían estar incluidas en el segundo capítulo, porque no son finales. Y sobre todo la de Sebastián, con esa especie de recurso meta-literario en el cual él empieza a escribir el texto que estamos leyendo.
   En resumen, creo que es una buena novela, barrial, profunda, atenta, considerada. Sobre la dificultad de convertirse en adultos trata el primer capítulo, y sobre los problemas de la educación en el contexto de la pobreza y la marginalidad el segundo. Sin sermones, sin golpes bajos, con las grandes tristezas de las personas, y con las alegrías, que siempre son más pequeñas. Honesta, y de alguien que sabe sobre lo que está narrando. Y hay que decir que es muy buena, si tenemos en cuenta que se trata de la primera novela de este autor.

lunes, 2 de enero de 2012

Padres, hijos y primates, de Jon Bilbao, Salto de página, 2011, Madrid.



Estilo España

  Es un escritor joven español del que ya había oído antes. Joven, no sé, el año próximo cumplirá cuarenta. Creo que sería joven. Ahora acaba de publicar esta novela, bastante elogiada. Es ingeniero y licenciado en filología inglesa. Tiene dos libros de cuentos y una novela del 2008 que se titula El hermano de las moscas.
  Es una novela rara. Escrita como a mí no me gustan mucho, muy formal, en tono bastante neutro, casi sin licencias, ni metáforas, ni comparaciones, mucha descripción sosa, un lenguaje llano, un narrador muy prolijo.
  Primera reflexión, textual, del cuaderno de mis notas:
  “Un día discutimos en un taller sobre los personajes y sus características. Alguien decía que es muy difícil que el personaje principal fuera un oficinista, porque no les pasa nada. Citamos ejemplos contrarios, que obviamente hay. Porque entre los que andamos en literatura es un vicio el ejemplo en contrario.
  Algo similar creo que ocurre con el libro de Bilbao. Voy leyendo por la página 76 (de 160), digamos casi la mitad, y no sucede nada. Joanes, el protagonista, trabaja en una empresa de aire acondicionado. Fue alumno de ingeniería, se casó, una hija, un suegro pesado. Nada. Lo único, que está en México y huye de un huracán. Pero nada. Y lo peor de lo que sería una larga introducción, es que da a pensar que todo será así. Que ya pasamos de la introducción y no aparece el conflicto, ni nada“.
  Para ser justos el libro mejora luego. Como si hubiera ido preparando el terreno para dar el golpe, pero el asunto es llegar hasta allí.
  Lo bueno comienza, creo, en la 126. Un negro de dos metros entra en una construcción abandonada donde han ido a parar Joanes, su exprofesor y la mujer de éste. Todos huyen del huracán, pero el negro trae un machete en una de sus manos y una cadena en la otra, de la cual va atado un chimpancé. No diré más. Ya que desde entonces comienza lo mejor. Antes hubo algunas páginas interesantes, en un hotel lleno de mexicanos, pero tampoco tanto.
  Lo que digo, entonces, es que parece poca materia para una novela, poca historia. Como si fuera la historia apropiada para un cuento. He pensado en eso, y en otros textos que se parecen, cuentos llevados a novelas. Los dicho, ejemplos hay para todos los gustos.
  Una última cuestión en la que quiero detenerme es en el recurso que tiene todo escritor de forzar un poco la historia a través de la casualidad como detonante de la historia. En este cado hay un abuso de ese recurso. Recuerdo un diálogo de una película, en el que un anciano guionista le cuenta a una amiga más joven cómo hacía para inventar un encuentro en el que dos personas que se conocían. Decía: “Estaban las dos en una tienda, comprando un piyama, la mujer pedía la parte de arriba, el hombre la de abajo, se miran, ya está”. Hasta ahí está bien, creo, hay una necesidad de cierta delicadeza.
  El protagonista, Joanes, se encuentra en una carretera interior de México con un viejo profesor suyo de ingeniería pidiendo que lo lleven. Se trata de la persona a quien culpa del fracaso profesional de su vida. Es esa la primera, en la segunda, Joanes atropella a chimpancé hembra andando en un camino en medio de la selva Luego será el animal que anda buscando aquel negro que entra en medio de la noche a la ruina. Parece demasiado.
  A pesar de tantas críticas, es bueno asomarse a otro tipo de literatura. No tan pretenciosa como muchas veces es la de autores jóvenes argentinos. Muy dispuesta a contar una historia, a que esa historia se entienda, y a que signifique algo más. Y las últimas paginas, cuando hay conflicto y diferencias, el asunto se vuelve muy jugoso. No es mucho, no es poco.