miércoles, 20 de agosto de 2014

Los años que vive un gato, Violeta Gorosdischer, Tamarisco, 2011, Buenos Aires.
No alimenten al Troll, Nicolás Mavrakis, Tamarisco, 2012, Buenos Aires.




   Editorial Tamarisco

    La novela de Gorosdischer
    En la línea de tantos libros de hoy. Historias de niños de ciudad a los que no les sucede nada interesante, más que vivir en un departamento. Esta novela es mejor porque la protagonista está enferma, su hermano es gay, y se van de vacaciones a Cuba. (¿Todos los de Tamarisco se fueron a Cuba de niños? ¿O es el mismo viaje?)
    También está acertada la construcción de la subjetividad de la niña. Creo que el secreto es no meterse mucho “en la cabeza” de la protagonista. Hay una mirada más externa. Lo aprendí en La soledad de los números primos, de Paolo Giordano. Y no sé si Violeta también. Hay muchos vasos comunicantes entre ambos libros. Lo que habla bien de Los años que vive un gato, porque el libro de Giordano está buenísimo.
    En resumen, que es una buena novela, más aún teniendo en cuenta que es una primera novela. Lo que plantea un desafío enorme para cualquier escritor, creo. Esperé por mucho tiempo la segunda novela de Giordano. Y también me gustaría leer la segunda de Gorosdischer, que no es poco decir para un autor argentino joven. Tampoco es que mi lectura le importe a alguien, pero que las ganas de leer sobrevivan después de una novela ya es decir mucho.



Los cuentos de Mavrakis
    Los leí hace ya mucho tiempo. De No alimenten al Troll lo primero que recuerdo es un asado con amigos, contado mediante pequeñas biografías de ex compañeros de secundaria. Miro el índice, no sé cuál es el cuento. Recuerdo un escritor que se acuesta con una supermodelo. Un nerd que administra los coments de una página web de no sé dónde. Y lo mejor, un abuelo muerto que deja un pasado siniestro en un baúl de un geriátrico.
    Sé que hay algo sobre las nuevas tecnologías como trasfondo, que algo acecha en Internet, pero no logro determinar qué es.
    También recuerdo que me molestó un cuento con ochocientas direcciones de mail. Y el nombre de Tinelli.
    No es una crítica vedada, ni hacerme el interesante. Es que sólo las historias parecen perdurar un poco más. Tienen cierta potencia indescifrable. Aunque seguramente tenga más que ver con mi formación como lector que otra cosa. Y al fin de cuentas siempre termino buscando (y encontrando) lo mismo.
    Igual es un buen libro.
    Molesta la palabra igual, pero me sale decirlo así.

    Muchos buenos libros en Tamarisco, por no decir todos, ya que no los he leído. Pero Gorosdischer, Lamberti, Vanoli, y ahora Mavrakis. No son pocos. Y no puede ser casualidad.

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