lunes, 27 de junio de 2011

Barrefondo, Félix Bruzzone, Mondadori, 2010, Buenos Aires.
Los topos, Félix Bruzzone, Mondadori, 2008, Buenos Aires.





Bruzzone, junto con Vanoli, creo, Incardona, Budassi, Gorodischer, Falco, son escritores y editores de Editorial Tamarisco. Luego, o al mismo tiempo, fueron publicados por Mondadori, Interzona, y alguna otra editorial. Lo menciono porque en Barrefondo hay una especial mención al árbol que da nombre a la editorial: Así, medio arbusto, hoja finita, rama finita; fiero, fierazo…son como yuyos grandes. Y en alguna solapa de sus libros: arbusto de ramas delgadas y flexibles. Corteza agrietada y resistente. Libros que admiten cualquier inclemencia verbal; fijan dunas y sujetan márgenes. Una buena imagen para un proyecto que ha generado espacio para escritores jóvenes que ya son parte de la buena literatura argentina.


Un escritor en el conurbano

Me parece mejor Los topos y me gustó más Barrefondo. La primera es una novela más consistente, donde el autor escribe más. La segunda apenas una novela corta, casi sin trama, como una descripción larga cargada de oralidad. Pasa mucho, hay veces que uno sabe que hay más esfuerzo y trabajo, que un texto tiene, por decirlo de algún modo, mayor profundidad, y así y todo no hay caso, preferimos el que nos lleva rápido y sin darnos oportunidad de detenernos hasta la página final.
Barrefondo cuenta poco, más bien se describe la vida de Tavo. Él mismo va narrando, en primera persona, sus días en el conurbano bonaerense limpiando piletas. Tiene una historia de abandono en el interior de la provincia que por extraña es interesante, y luego cuenta sus trabajos en la ciudad como parrillero, la forma en que conoció a su pareja, la vida de sus amigos, un soldado, un compañero peruano, un patrón que emigró al norte, el accidente de su hijo, y al fin cómo se involucra con unos ladrones y los problemas que eso le trae con la policía y su familia.
El tema de los desaparecidos y los militares se desliza en un trasfondo lejano, por la proximidad a Campo de Mayo y a un personaje secundario, amigo de su abuelo, que es militar. Más importante es la violencia cotidiana de la ciudad, la pobreza de los jóvenes que se buscan la forma de sobrevivir con trabajos mal pagos, la cercanía a la delincuencia, la corrupción de la policía, y el deterioro de las relaciones personales en ese contexto.
En cambio en Los topos todo comienza con un personaje que es hijo de desaparecidos y fue criado por su abuela y tiene una novia que milita en la agrupación Hijos. Sin embargo cuando parece obvia la dirección del relato en cuanto al tema de la búsqueda de su identidad, se separa de su novia y se va a vivir a la casa de su infancia sin saber a quién pertenece. Luego se enamora de un travesti que mata policías, a quién perseguirá hasta el sur del país, a Bariloche. Es entonces cuando la novela deja el tono realista para entrar en un mundo de extrañeza y ensueño, donde desfilan personajes como un ex-boxeador violento, el travesti mata policías que también resulta ser hijo de desaparecidos, dos enanos adinerados que organizan orgías, y el propio protagonista que también cambia de sexo.
Un final de novela al estilo de Aira, que cambia de manera radical el registro del texto para darnos la libertad de pensar profundamente los temas de la búsqueda de la identidad, la violencia y las decisiones personales en cuanto a lo que cada persona quiere para su vida.

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