lunes, 5 de diciembre de 2011

Bajo este sol tremendo, de Carlos Busqued, Anagrama, 2009, Buenos Aires.


La luz del interior

Evito leer los comentarios sobre esta novela intentando decir algo original. No creo que sea posible. Parece que lo que comenzó siendo la aventura de enviar un original al Premio Herralde 2008, terminó en una legión de lectores rescatando el texto como uno de los más importantes escritos en Argentina en los últimos años. O al menos uno de los más elogiados y citados.
Es una novela corta, muy corta. Poco más de 170 páginas, divididas en 41 capítulos cortos, que algunas veces no llegan a una página. En conclusión, se lee en una sentada, o en dos. No tiene una trama muy compleja, es la historia alrededor de la cual podría escribirse un cuento.
Un resumen. Todo comienza cuando a Cetarti lo llama Duarte para decirle que Daniel Molina, un amigo suyo, ha cometido un crimen y se ha suicidado. Molina, pareja de la madre de Cetarti, la mató junto a su hermano en Lapachito, un pueblo de Formosa, donde viaja a cumplir con los trámites. Luego Cetarti regresa a Códoba. Entonces se cuenta su historia, y en paralelo la de Danielito, el hijo de Molina, y secuaz de Duarte, quienes se dedican al secuestro de personas. Las historias se unen al final en un extraño accidente.
No hay un policial porque el crimen se resuelve en un escritorio tras llenar un formulario, no hay investigación, ni interrogantes, nada. No hay amor, todo parece girar en torno al dinero y su búsqueda. No aparece la ciudad de Buenos Aires, todo sucede en el interior, de Formosa a Córdoba. No hay mujeres, salvo la madre de Danielito. Casi no hay sexo, más que unos videos pornográficos.
Es una novela construida con otros elementos, algunos no habituales. De los conocidos, la marihuana, en todo momento, en casi todos los personajes, poniendo esa distancia y distorsión en la percepción de las cosas que tantos escritores quieren repetir en el texto. Y después, creo, lo más interesante, esos tres o cuatro personajes marginales, corridos de la sociedad, hijos de una educación distinta, militar en el caso de Duarte y Molina, de hijos de militares en el caso de Danielito. Personajes como Cetarti, en proceso de degradación, sin trabajo, sin familia, sin auto, sin dinero; o como su hermano, encerrado entre basura, solitario. Una mujer abandonada, la madre de Danielito. Un hijo que olvida las cenizas de su familia en el baúl del auto, otro que las arroja por el inodoro. Muchos fuman mucho tiempo, comen lo del día, pizza, Coca Cola, miran videos de animales, de guerras o de investigaciones históricas en tv. Releen revistas viejas. Tienen mascotas. Todos sufren hechos aberrantes, y varios son capaces de provocarlos. Nunca suena en el narrador una alarma ante esos hechos. La sorpresa, el asombro, la tarea de rescatar algunas escenas, parece ser la tarea que el lector debe cumplir. Es una buena distribución de los roles. Y ese me parece el mérito más grande del texto.

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