Los años que vive un
gato, Violeta
Gorosdischer, Tamarisco, 2011, Buenos Aires.
No alimenten al Troll,
Nicolás Mavrakis, Tamarisco,
2012, Buenos Aires.
Editorial Tamarisco
La novela de Gorosdischer
En la línea de tantos libros
de hoy. Historias de niños de ciudad a los que no les sucede nada interesante,
más que vivir en un departamento. Esta novela es mejor porque la protagonista
está enferma, su hermano es gay, y se van de vacaciones a Cuba. (¿Todos los de
Tamarisco se fueron a Cuba de niños? ¿O es el mismo viaje?)
También está acertada la
construcción de la subjetividad de la niña. Creo que el secreto es no meterse
mucho “en la cabeza” de la protagonista. Hay una mirada más externa. Lo aprendí
en La soledad de los números primos,
de Paolo Giordano. Y no sé si Violeta también. Hay muchos vasos comunicantes
entre ambos libros. Lo que habla bien de Los
años que vive un gato, porque el libro de Giordano está buenísimo.
En resumen, que es una buena
novela, más aún teniendo en cuenta que es una primera novela. Lo que plantea un
desafío enorme para cualquier escritor, creo. Esperé por mucho tiempo la
segunda novela de Giordano. Y también me gustaría leer la segunda de
Gorosdischer, que no es poco decir para un autor argentino joven. Tampoco es
que mi lectura le importe a alguien, pero que las ganas de leer sobrevivan
después de una novela ya es decir mucho.
Los cuentos de
Mavrakis
Los leí hace ya mucho tiempo. De No alimenten al Troll lo primero que recuerdo
es un asado con amigos, contado mediante pequeñas biografías de ex compañeros
de secundaria. Miro el índice, no sé cuál es el cuento. Recuerdo un escritor
que se acuesta con una supermodelo. Un nerd que administra los coments de una
página web de no sé dónde. Y lo mejor, un abuelo muerto que deja un pasado
siniestro en un baúl de un geriátrico.
Sé que hay algo sobre las
nuevas tecnologías como trasfondo, que algo acecha en Internet, pero no logro
determinar qué es.
También recuerdo que me
molestó un cuento con ochocientas direcciones de mail. Y el nombre de Tinelli.
No es una crítica vedada, ni
hacerme el interesante. Es que sólo las historias parecen perdurar un poco más.
Tienen cierta potencia indescifrable. Aunque seguramente tenga más que ver con
mi formación como lector que otra cosa. Y al fin de cuentas siempre termino
buscando (y encontrando) lo mismo.
Igual es un buen libro.
Molesta la palabra igual, pero
me sale decirlo así.
Muchos buenos libros en
Tamarisco, por no decir todos, ya que no los he leído. Pero Gorosdischer, Lamberti,
Vanoli, y ahora Mavrakis. No son pocos. Y no puede ser casualidad.
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